Rodrigo Díaz de Vivar,
El Cid Campeador, guerrero castellano invicto por excelencia, fue
testigo del cristianismo medieval en una época de la Reconquista de
la Península Ibérica con sangrientas batallas en los distintos
territorios.
El nombre de El Cid está unido a Castilla y a cuatro nombres: el de su esposa, Dª
Jimena, el de su caballo, Babieca y el de sus espadas Tizona y Colada.
La importancia de sus
triunfos y su liderazgo le hicieron famoso y digno de admiración de
cristianos y musulmanes, adquiriendo por mérito propio, prestigio y
fama en vida.
Con los años creció el clamor popular de sus hazañas,
transmitidas verbalmente por los juglares y tomando forma escrita en
la que se ha considerado la composición lírica más
antigua de Europa y primera obra de Literatura española “el Cantar de Mío Cid” escrito en lengua romance.
Las juras eran tan fuertes
que el rey no las ha otorgado.
Allí habló un caballero
de los suyos más privado:
—Haced la jura, buen rey,
no tengáis de eso cuidado,
que nunca fue rey traidor,
ni Papa descomulgado.
Jura entonces el buen rey
que en tal nunca se ha hallado.
Después habla contra el Cid
malamente y enojado: —Mucho me aprietas, Rodrigo,
Cid, muy mal me has conjurado,
mas si hoy me tomas la jura,
después besarás mi mano.
que el rey no las ha otorgado.
Allí habló un caballero
de los suyos más privado:
—Haced la jura, buen rey,
no tengáis de eso cuidado,
que nunca fue rey traidor,
ni Papa descomulgado.
Jura entonces el buen rey
que en tal nunca se ha hallado.
Después habla contra el Cid
malamente y enojado: —Mucho me aprietas, Rodrigo,
Cid, muy mal me has conjurado,
mas si hoy me tomas la jura,
después besarás mi mano.
Posteriormente se amplió la divulgación de sus gestas en La leyenda de Cardeña, en la que los monjes de San Pedro de Cardeña lo retratan casi como un santo de la cristiandad y en las Mocedades de Rodrigo, fechada en 1360 y atribuida a un autor anónimo de Palencia o Zamora según los distintos investigadores.
La herencia cultural de
este héroe es para un público de todas las edades y permanece ligado a los
símbolos de una Europa Medieval de castillos, de
luchas de valientes caballeros y de conquistas.
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